Con viento del este hiciste una cama,
soplaste sobre ella para templarla
y con el murmullo de tu voz de agua
me cantabas nanas sin letra.
Y dormíamos tan juntos
que amanecíamos siameses y
contábamos el tiempo en latidos.
Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
Y tu pulso tamborileaba en mis sienes y muñecas
como diminutas patas de ciempiés.
Y nos repartíamos los labios y los dientes y el hipo
y del alfabeto las impares.
Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.
Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta…